miércoles, 13 de agosto de 2008

LA ACTITUD DE LOS DIRECTIVOS HACIA EL PODER

Como lo señalo en la primera entrada de este blog: “Poder y equilibrio en las organizaciones” entender el desempeño estratégico de una organización pasa por entender la importancia que tiene el manejo del poder en el seno de las corporaciones. Sin embargo, existirían dos perspectivas desde las que podríamos acercarnos al manejo del poder en las empresas: una determinista y otra que podríamos llamar culturalista.

La perspectiva determinista, entiende que la actitud del directivo frente al poder se vincula directamente con su naturaleza: es decir que por razones de su naturaleza adopta tal o cual actitud frente al poder. El determinismo con relación a nuestra cosmovisión y al modo como enfrentamos el mundo, es de vieja data. Se le atribuye al filósofo Empédocles de Agrigento*, nacido en la isla de Sicilia en la antigua ciudad de Akragas (494-434 a. de C.) la primera formulación consistente acerca de los fundamentos de la naturaleza en general, al afirmar la existencia de cuatro elementos, que combinados darían origen a toda manifestación material, a saber: el fuego, la tierra, el aire y el agua, a las que en conjunto dio el nombre de “raíces de la naturaleza”, pero además precisó la existencia de dos fuerzas eris y philía, esto es la querella y la amistad, el odio y el amor: fuerzas que junto a los elementos explicarían, según Oscar Adler (médico, filósofo, músico y astrólogo austriaco), el porqué y el cómo de los procesos y de la acción del mundo¹

Sobre esta base años después Hipócrates, el fundador de la ciencia médica griega, formularía su tipología humoral que preconiza la existencia de cuatro temperamentos, que Adler los define así:

• Temperamento colérico: violento y pertinaz
• Temperamento sanguíneo: violento y súbito
• Temperamento flemático: difícil de conmover y súbito
• Temperamento melancólico: difícil de conmover y pertinaz

Y que a su vez guardarían la siguiente correspondencia con los cuatro elementos:

• La bilis amarilla predominante en el colérico corresponde al Fuego.
• La sangre predominante en el sanguíneo corresponde al Aire.
• La mucosa predominante con el flemático corresponde al Agua y
• La bilis negra predominante en el melancólico corresponde a la Tierra.

Humores que se combinan en distinta medida en todos los hombres y que predisponen a la dominancia de uno de ellos sobre los otros. Así, partiendo de esta tipología primera, que ha servido para formular las múltiples tipologías modernas, podríamos explicarnos de forma determinista la actitud que tendemos a desarrollar respecto del poder, ya que ésta estaría signada por la naturaleza de cada cual y depende, principalmente, de una disposición previa otorgada por ella.

La perspectiva culturalista, a diferencia de la determinista, considera que el contexto prevalece sobre la naturaleza del individuo y que por lo tanto importa poco que predisposición se tenga por que ésta se modificaría con la formación que podemos recibir. Es decir el fundamento culturalista se basaría, a su vez, en el paradigma del aprendizaje como proceso modificador de conductas, que por cierto es limitado, ya que bien digo modifica el comportamiento pero difícilmente la naturaleza del individuo. A este respecto los latinos tenían un refrán: “Naturam expellas furca tamen usque recurrit”, es decir “Echa a Natura a horconadas, que siempre hacia ti volverá”, refrán que sirvió para que mucho después los españoles dijeran “Lo que Natura no da, Salamanca no otorga”, es decir lo que la naturaleza no proporciona, tampoco lo puede otorgar la Universidad. Verdades que a la luz de los hechos son irrefutables y que limitan el cambio de la naturaleza humana a un proceso interno muy complejo y poco conocido, denominado Alquimia que permite transformar lo inferior en superior y que facilita el proceso evolutivo del individuo.

Presentadas así podemos colegir que existen dos corrientes respecto al poder en las organizaciones: aquella que sostenemos quienes pensamos que la actitud del directivo frente al poder está determinada por la naturaleza que posea y la que sostienen aquellos que piensan que esta actitud se puede modelar a través de la formación proporcionada en los centros académicos y en las escuelas de negocios, por cierto éstas últimas cada vez más pragmáticas y menos académicas.



[1] ADLER, Oscar: La Astrología como ciencia oculta. Editorial Kier S.A. Buenos Aires 1956


* La imagen de Empédocles fue bajada del buscador de imágenes de Google y aparece originalmente en http://empedocles.acragas.googlepages.com/home

domingo, 3 de agosto de 2008

DOMENICO MODUGNO Y EL TRABAJO


Las visiones inteligentes y acuciosas sobre el rol del trabajo en la vida de las personas, no son patrimonio exclusivo de los intelectuales y escritores. Existen cientos de canciones que dan cuenta acerca de la forma como muchos compositores y cantautores entienden que el trabajo es una limitante para el desarrollo del hombre de una manera integral; por lo menos ese trabajo reiterativo, monótono y maquinal al que quedan sometidos los trabajadores de la gran mayoría de empresas que piensan que las personas sólo pueden ejecutar las tareas que otros pocos formulan. Paradigma por cierto Tayloriano que aún hoy nos cuesta a abandonar pese haberse formulado hace ya más de 100 años.

Una muestra de este tipo de visión es la que tuvo el cantante italiano Domenico Modugno* en su canción "Un puntapié a la ciudad". En sus versos cuenta la historia de una persona que trabaja en una escribanía y que un día se percata que siempre está atado a su trabajo y decide no ir a laborar pese a no ser día festivo. Con su decisión toma consciencia que la ciudad lo agobia, que el campo está lejos y que para disfrutarlo hay que dejar al jefe trabajando sólo y dar un puntapié a la ciudad.

" Qué han hecho de mi, que me tienen siempre aquí, sólo soy como un robot que hace años dice sí...esta mañana mis pulmones ya no quieren aire de calefacciones" dice en una de sus estrofas y en la parte final de la canción que es recitada continúa diciendo " Qué hacemos a donde vamos todos en columnas dentro nuestros malditos cochecitos, hoy luce le Sol, no marques la ficha, no firmes la entrada, cuanto hace que no trepáis árbol arriba, todos al campo a arrancar las margaritas... !LIBRES, LIBRES LIBRES!" Entendiendo como Goethe que el trabajo es una forma moderna de esclavitud, que nos somete a jornadas maquinales y rutinarias que coactan nuestra libertad y desfiguran nuestra identidad.

Pese a que esta canción se compuso en 1972, año en que Domenico Modugno la presenta en el festival de San Remo, la situación en los centros laborales no ha cambiado de manera significativa; es más dentro del marco de esa cultura del éxito, de emprendimiento y proactividad dentro de la empresa, no sólo tenemos esclavos modernos, si no además adictos a la esclavitud, es decir trabajólicos que no conciben su vida al margen del trabajo, llegando a pensar que son el rol que realizan dentro de la empresa y no la identidad con sentido que realmente son.



Para documentar esta reflexión invito a los lectores a visitar You Tube y buscar la canción de Domenico Modugno bien en versión castellana "Un puntapié a la ciudad" o en versión italiana "Un calcio alla cittá".

* La fotografía de Domenico Modugno fue bajada del buscador de imágenes de Google y aparece originalmente en http://www.videocomunicazioni.com/