Ahora que el mundo padece las nefastas consecuencias de ese proceso desigual e inicuo que llamamos globalización, habría que preguntarse si realmente vale la pena insistir en este camino impuesto por quienes están demostrando absoluta incompetencia e ineptitud para liderar el mundo y quienes, además, por su desmedida ambición, no reparan en ningún otro interés que no sea el propio y conducen el planeta como su automóvil: es decir, a excesiva velocidad y embriagados por su soberbia.
En este contexto de mesa inclinada que estamos institucionalizando con la globalización, los bancos y las entidades financieras causantes del mayor descalabro financiero de la historia, al estar vinculados con las grandes calificadoras crediticias, gozaban de la mayor calificación y del mayor grado de confianza para los inversionistas del mundo entero; y cuando debían ser calificados en algún mercado extranjero, por intermedio de lobbies y mal usando su imagen de marca, se presentaban ante estos mercados como entidades sólidas, solventes y de gran respaldo, sabiendo positivamente que no poseían ninguna de esas cualidades.
De este modo se garantizaban un escenario inmejorable para asegurarse el éxito en las maniobras que realizaban con la intención de “exportar” y globalizar sus ineficiencias y obtener asi un respiro en el proceso de pérdida y destrucción graduales de sus activos, producto de las malas decisiones que movidos por la ambición, tomaron a partir del año 2001.
En efecto, para muchos analistas, es precisamente en ese año cuando se inicia esta crisis. Entonces al estallar la burbuja de las empresas punto com, la Reserva Federal de Norteamérica, en un plazo de dos años, decidió disminuir el valor del dinero de 6,5 % a 1 %, generando una coyuntura adversa para las desmedidas ambiciones de los banqueros norteamericanos, que comienzan a idear las estrategias, que por volumen, les permitiera incrementar su disminuida rentabilidad en la intermediación financiera (concediendo las hipotecas de alto riesgo), sin considerar que esas transacciones altamente riesgosas y por lo tanto con dinero más caro para sus clientes, se convertirían en el hilo con el que habrían de tejer la madeja más laberíntica, intrincada y corrupta que haya padecido el sistema financiero mundial. Para ello utilizaron una serie de derivados financieros, totalmente heterodoxos, que ellos mismos fueron creando, a medida que la presión de liquidez se lo exigía, los mismos que después negociaban en los mercados internacionales a fin de paliar sus verdaderos y profundos problemas, a espera de un rescate financiero, que en algunos casos nunca llegó.
Tal es, en resumen, el meollo de esta crisis del sistema financiero norteamericano, exportada hoy a todo el mundo y que costará a todos sin excepción; demostrándose, una vez más, que los errores del capital y la administración se socializan, al cargarles a todos los contribuyentes los planes de rescates financieros en paises como Alemania, Gran Bretaña, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, España, Islandia, Rusia y lógicamente Estados Unidos; y también al destruirse cientos de miles de puestos de trabajo. Pero en cambio los logros y las utilidades si se consideran “privadas” y se limitan al usufructo por parte del capital y la administración.
En este contexto de mesa inclinada que estamos institucionalizando con la globalización, los bancos y las entidades financieras causantes del mayor descalabro financiero de la historia, al estar vinculados con las grandes calificadoras crediticias, gozaban de la mayor calificación y del mayor grado de confianza para los inversionistas del mundo entero; y cuando debían ser calificados en algún mercado extranjero, por intermedio de lobbies y mal usando su imagen de marca, se presentaban ante estos mercados como entidades sólidas, solventes y de gran respaldo, sabiendo positivamente que no poseían ninguna de esas cualidades.
De este modo se garantizaban un escenario inmejorable para asegurarse el éxito en las maniobras que realizaban con la intención de “exportar” y globalizar sus ineficiencias y obtener asi un respiro en el proceso de pérdida y destrucción graduales de sus activos, producto de las malas decisiones que movidos por la ambición, tomaron a partir del año 2001.
En efecto, para muchos analistas, es precisamente en ese año cuando se inicia esta crisis. Entonces al estallar la burbuja de las empresas punto com, la Reserva Federal de Norteamérica, en un plazo de dos años, decidió disminuir el valor del dinero de 6,5 % a 1 %, generando una coyuntura adversa para las desmedidas ambiciones de los banqueros norteamericanos, que comienzan a idear las estrategias, que por volumen, les permitiera incrementar su disminuida rentabilidad en la intermediación financiera (concediendo las hipotecas de alto riesgo), sin considerar que esas transacciones altamente riesgosas y por lo tanto con dinero más caro para sus clientes, se convertirían en el hilo con el que habrían de tejer la madeja más laberíntica, intrincada y corrupta que haya padecido el sistema financiero mundial. Para ello utilizaron una serie de derivados financieros, totalmente heterodoxos, que ellos mismos fueron creando, a medida que la presión de liquidez se lo exigía, los mismos que después negociaban en los mercados internacionales a fin de paliar sus verdaderos y profundos problemas, a espera de un rescate financiero, que en algunos casos nunca llegó.
Tal es, en resumen, el meollo de esta crisis del sistema financiero norteamericano, exportada hoy a todo el mundo y que costará a todos sin excepción; demostrándose, una vez más, que los errores del capital y la administración se socializan, al cargarles a todos los contribuyentes los planes de rescates financieros en paises como Alemania, Gran Bretaña, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, España, Islandia, Rusia y lógicamente Estados Unidos; y también al destruirse cientos de miles de puestos de trabajo. Pero en cambio los logros y las utilidades si se consideran “privadas” y se limitan al usufructo por parte del capital y la administración.
El desequilibrio y la turbulencia que han desatado las ambiciones financieras de los banqueros norteamericanos son de tal magnitud que los más optimistas observadores consideran que la recuperación se verificaría entre los próximos cinco a diez años vista, mientras que otros están convencidos de que tomará no menos de dos décadas salir de esta profunda crisis. Como fuera, para algunos observadores como el recientemente jubilado profesor de la London School of Economics, en una nota escrita para The Observer, reproducida por la BBC, afirma: “Aquí hay un cambio geopolítico histórico en el que el equilibrio de poder en el mundo está siendo alterado irrevocablemente". "La era del liderazgo global estadounidense, que se remonta hasta la Segunda Guerra Mundial, se acabó... el credo del libre mercado estadounidense se autodestruyó mientras que los países que han mantenido un control general de los mercados han sido reivindicados".
Ciertamente, habría que preguntarnos si no ha llegado el momento de cambiar el paradigma de la globalización por la Integración Mundial Interactiva.
* La imagen que aquí aparece, ha sido bajada del buscador de imágenes de Google y aparece originalmente en weblogs.madrimasd.org/.../2008/05/13/91696.aspx
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