José Luis Lazarte, define la integración mundial interactiva como la internacionalización del planeta sobre la base de la diversidad, la tolerancia y el conocimiento múltiple y vario de las distintas culturas del mundo. Debido a la actualidad que cobra el tema de la globalización en el contexto de la administración Obama y a fin de entender lo que significa la Integración Mundial Interactiva, reproducimos el apartado: “¿Globalización o Integración Mundial Interactiva?” del libro El Diamante Corporativo del Tercer Milenio del profesor Lazarte, publicado en el año 2001, cuyo análisis cobra una indiscutible vigencia en medio de la crisis financiera exportada al mundo por los banqueros norteamericanos*
Por: José Luis Lazarte
Uno de los temas que generará mayor polémica en los próximos años, es la globalización. Sucede que, pese a lo difundido que se encuentra el uso de este concepto, quienes lo utilizamos pareciera que no nos estuviéramos ocupando de un mismo hecho. Prueba de esto es que recientemente los ejecutivos europeos se han referido de los ejecutivos norteamericanos como personas profundamente provincianas pese al fenómeno de la globalización.
De primera intención, esta noticia aparecida en The Wall Street Journal Américas, puede llamarnos la atención por que en muchas partes del mundo cuando se habla de visión global, se piensa en la visión que poseen los norteamericanos acerca de la forma como deben hacerse las cosas, que es precisamente como ellos quieren que entendamos la globalización.
No obstante, es creciente la corriente de opinión de quienes pensamos que la integración global no pasa, necesariamente, por el filtro de la “americanización” de nuestras vidas. La globalización pasa más bien por la comprensión y el conocimiento de la diversidad de enfoques y culturas que coexisten en el planeta, buscando la integración, la interacción y el enriquecimiento que esto nos pueda reportar en la mejora de nuestra calidad de vida.
El artículo escrito por Carol Hymowitz, señala que en el marco de una reunión de más de 400 ejecutivos que se efectuó en Lausiana, Suiza, para analizar el auge de la economía estadounidense, las reacciones de los ejecutivos europeos fueron diversas. De un lado se notó la admiración y hasta la envidia que algunos confesaron por la tecnología estadounidense y el espíritu emprendedor de sus empresarios; y de otro, un profundo desdén por la mediocridad de los ejecutivos americanos a quienes calificaron de “provincianos, ignorantes de las relaciones internacionales y demasiado materialistas”
Peter Killing, profesor en IMD, señaló en esa oportunidad que los europeos admiraban el éxito financiero de muchas empresas estadounidenses. Sin embargo, cuando conocían a gerentes norteamericanos se daban cuenta de que, inclusos los educados y ricos, no hablaban otro idioma además del inglés, no sabían cómo o cuándo comer y beber apropiadamente, y no sabían nada de historia o geografía europea; que es lo mínimo que puede esperar un directivo europeo de sus colegas americanos.
El autor de la nota señala que a un gerente de ventas de una fábrica alemana que viaja regularmente a Illinois a hacer negocios, le había tomado mucho tiempo entender la idiosincrasia estadounidense. Si bien disfrutaba de la cordialidad y sinceridad de sus colegas de Illinois, a el que nació en Francia y hablaba cinco idiomas con fluidez, le había sorprendido saber que sólo unos pocos de sus amigos americanos habían viajado fuera de los Estados Unidos, además de lo poco globales que eran en el ámbito personal. Sumándose a esto la informalidad del trato, que no es admitida en Alemania sino cuando se conoce muy bien a la persona con quien se alterna.
De lo que se trata, como lo afirma Peter Killing, es que los directivos norteamericanos comprendan que deben esforzarse por conocer y comprender la historia, la cultura y los usos de sus socios europeos y que no den por sentado “que el estilo que impera en los EE.UU. es el más indicado”
Detrás de todo esto se esconde una serie de actitudes que sólo podemos comprenderla desde una perspectiva que no es precisamente la perspectiva unidireccional de quien se siente llamado a cumplir el papel de “globalizador”. Se trata, sin duda, de una clara muestra de lo poco dispuestos que estamos en diversas partes del mundo para tolerar el sectarismo cultural, ideológico y hasta lingüístico, proveniente de Norteamérica, que en nada contribuye a entendernos como una comunidad mundial diversa y heterogénea, capaz de cooperar y hacer negocios sin buscar el protagonismo ni la preeminencias de sus particulares puntos de vista.
De ahí que mientras no normalicemos el significado del concepto globalización, creo que es válido hablar de Integración Mundial Interactiva, que no es otra cosa que la internacionalización del planeta sobre la base de la diversidad, la tolerancia y el conocimiento múltiple y vario de nuestras culturas.
[1] LAZARTE, Luis: El Diamante Corporativo del Tercer Milenio. DCTM SAC. Lima, 2001. pp. 48-49
Uno de los temas que generará mayor polémica en los próximos años, es la globalización. Sucede que, pese a lo difundido que se encuentra el uso de este concepto, quienes lo utilizamos pareciera que no nos estuviéramos ocupando de un mismo hecho. Prueba de esto es que recientemente los ejecutivos europeos se han referido de los ejecutivos norteamericanos como personas profundamente provincianas pese al fenómeno de la globalización.
De primera intención, esta noticia aparecida en The Wall Street Journal Américas, puede llamarnos la atención por que en muchas partes del mundo cuando se habla de visión global, se piensa en la visión que poseen los norteamericanos acerca de la forma como deben hacerse las cosas, que es precisamente como ellos quieren que entendamos la globalización.
No obstante, es creciente la corriente de opinión de quienes pensamos que la integración global no pasa, necesariamente, por el filtro de la “americanización” de nuestras vidas. La globalización pasa más bien por la comprensión y el conocimiento de la diversidad de enfoques y culturas que coexisten en el planeta, buscando la integración, la interacción y el enriquecimiento que esto nos pueda reportar en la mejora de nuestra calidad de vida.
El artículo escrito por Carol Hymowitz, señala que en el marco de una reunión de más de 400 ejecutivos que se efectuó en Lausiana, Suiza, para analizar el auge de la economía estadounidense, las reacciones de los ejecutivos europeos fueron diversas. De un lado se notó la admiración y hasta la envidia que algunos confesaron por la tecnología estadounidense y el espíritu emprendedor de sus empresarios; y de otro, un profundo desdén por la mediocridad de los ejecutivos americanos a quienes calificaron de “provincianos, ignorantes de las relaciones internacionales y demasiado materialistas”
Peter Killing, profesor en IMD, señaló en esa oportunidad que los europeos admiraban el éxito financiero de muchas empresas estadounidenses. Sin embargo, cuando conocían a gerentes norteamericanos se daban cuenta de que, inclusos los educados y ricos, no hablaban otro idioma además del inglés, no sabían cómo o cuándo comer y beber apropiadamente, y no sabían nada de historia o geografía europea; que es lo mínimo que puede esperar un directivo europeo de sus colegas americanos.
El autor de la nota señala que a un gerente de ventas de una fábrica alemana que viaja regularmente a Illinois a hacer negocios, le había tomado mucho tiempo entender la idiosincrasia estadounidense. Si bien disfrutaba de la cordialidad y sinceridad de sus colegas de Illinois, a el que nació en Francia y hablaba cinco idiomas con fluidez, le había sorprendido saber que sólo unos pocos de sus amigos americanos habían viajado fuera de los Estados Unidos, además de lo poco globales que eran en el ámbito personal. Sumándose a esto la informalidad del trato, que no es admitida en Alemania sino cuando se conoce muy bien a la persona con quien se alterna.
De lo que se trata, como lo afirma Peter Killing, es que los directivos norteamericanos comprendan que deben esforzarse por conocer y comprender la historia, la cultura y los usos de sus socios europeos y que no den por sentado “que el estilo que impera en los EE.UU. es el más indicado”
Detrás de todo esto se esconde una serie de actitudes que sólo podemos comprenderla desde una perspectiva que no es precisamente la perspectiva unidireccional de quien se siente llamado a cumplir el papel de “globalizador”. Se trata, sin duda, de una clara muestra de lo poco dispuestos que estamos en diversas partes del mundo para tolerar el sectarismo cultural, ideológico y hasta lingüístico, proveniente de Norteamérica, que en nada contribuye a entendernos como una comunidad mundial diversa y heterogénea, capaz de cooperar y hacer negocios sin buscar el protagonismo ni la preeminencias de sus particulares puntos de vista.
De ahí que mientras no normalicemos el significado del concepto globalización, creo que es válido hablar de Integración Mundial Interactiva, que no es otra cosa que la internacionalización del planeta sobre la base de la diversidad, la tolerancia y el conocimiento múltiple y vario de nuestras culturas.
[1] LAZARTE, Luis: El Diamante Corporativo del Tercer Milenio. DCTM SAC. Lima, 2001. pp. 48-49
* La imagen que aparece aquí ha sido bajada del buscador de imágenes de Google y aparece originalmente en http://www.somosparaguay.com.py/v_despachos.asp?id_seccion=51